Suiito Hoomu: parte ii
—¿quien es el niño mas kawaii de Japón?—Ya habían pasado dos días del regreso de Akane y la mayor parte del tiempo se la pasaba con el bebé jugando, alimentándolo, bañándolo, mimándolo o lo que sea, el hecho es que no salía de la casa para nada, decía estar cansada, y la verdad es que se le veía. Cuando decía que iba a entrenar, solo hacía ejercicios de calentamiento y un par de katas fáciles, solo para no perder la costumbre, pero después de eso tomaba un baño, iba por el bebé y lo acompañaba en su siesta de la tarde, durante la cual dormían toda hasta unas cuantas horas antes de la cena. Nadie quiso molestarla, el viaje había sido largo y agotador – al igual que los pasados años – pensaron.
—sabes, deberías dejar de holgazanear y mejor consigue un trabajo— Nabiki estaba parada detrás de ella, quien jugaba con el bebé a levantarlo y bajarlo como si fuera un juego mecánico —cielos, te pareces a Ranma de holgazán…— Nabiki se dio la vuelta dejandola ahí sentada y con el niño elevado sobre su cabeza, sin mover un músculo, el pequeño empezó a impacientarse y Akane reaccionó
—¿tu que piensas Tai-chan? ¿Quieres que tu tía busque un trabajo aunque eso signifique menos tiempo contigo?— Akane hizo un puchero de niñita, Taiki, como si entendiera lo que acababa de decir hizo lo mismo —yo pienso lo mismo…
—Akane-chan, no es necesario que busques un empleo de una vez, en verdad, no hay prisa. Honestamente pienso que deberías seguir con tus estudios
—gracias Kasumi, no te preocupes, en China tomé unos cursos avanzados para poder ponerme al corriente con mis estudios, esa fue una de las razones por las que me quede mas tiempo. ¿Pero sabes que? Nabiki tiene razón debo encontrar trabajo, es mas, mañana mismo empezaré a buscarlo— se levantó con Taiki en brazos —Kasumi…— le extendió al bebé hacia ella —creo que ha… hecho lo suyo— se despidió del pequeño con un beso en la cabeza y subió las escaleras.
Terminando el tramo de las escaleras se paró y bostezó flojamente
—¿Cómo es posible que después de dormir toda la tarde tengas sueño?— le reprendió Nabiki, ella solo alzó los hombros —hmm… toma— le entregó unas hojas —al parecer algunos profesores enfermaron por una extraña comida en honor al director de la escuela… ¿tu no cocinas comida Hawaiiana verdad? —ehh…— la miró sin entender hasta que… —Naabiiikiii… ¿que insinuas?
—¿yo? Nada… es solo que como enfermaron por comida pensé que a lo mejor tu…
—¡Nabiki!
—De acuerdo, ya veo que no. De todos modos leelo bien, a lo mejor te interesa un puesto
—pero soy muy joven para ser profesora, Nabiki, y no tengo experiencia en ello…
—pero terminaste tus estudios ¿no?— Akane la miró con desconfianza, ¿cómo se entera ella de todo?
—bueno si pero…
—tu solo preséntate bien vestida y arreglada— le sonrió siniestramente —yo me encargaré de las recomendaciones— amplió su sonrisa y le guiñó el ojo.
—y… ¿Cuánto me va a costar?— preguntó temiendo
—¿de que hablas hermanita? Es un favor entre hermanas, esos no se cobran— Akane no pudo evitar sentir un escalofrío ante el solo pensamiento « de seguro quiere o planea algo. »
La gente no puede cambiar tan rápido… « menos Nabiki » Ésta solo dio la vuelta y bajó las escaleras con una sonrisa de satisfacción
A la mañana siguiente todos estaban especialmente felices por alguna extraña y desconocida razón, según Akane,
no le dio importancia y se dirigió al colegio al que ella solía ir: la escuela Furinkan. Tomó el camino que
solía tomar con cierto muchacho equilibrista y no pudo evitar una triste sonrisa, sacudió su cabeza tratando
de quitarse el recuerdo, se acomodó el cabello que estorbaba hacia atrás y aceleró el paso encarrerándose para
terminar corriendo, afortunadamente no le había hecho caso a Nabiki sobre el atuendo que debía usar y se
decidió por uno pantalones de caída recta, una blusa de cuello de tortuga y unas zapatillas de piso bastante
cómodas, no pensaba que hubiera crecido tanto, pensó que le iba a quedar su ropa chica pero… « pero ese
conjunto de Nabiki era demasiado para mí, de ninguna manera me hubiera quedado »
Pronto se encontró frente a la entrada de la escuela, no habían alumnos fuera del edificio « naturalmente,
están en clase » caminó tranquila y un fuerte aire de nostalgia le pegó en seco. Miró alrededor, recordando
cada lugar del patio… pero inmediatamente repitió el movimiento que había hecho para despegarse de los
recuerdos que asaltaban su ya torturada mente. Ingresó al edificio cruzando el recibidor hacia la oficina del
director « por fin se deshizo de esa estupida oficina en el árbol ». Frente a ella se encontraba la puerta
con el letrero ‘director’ y una palmera también inscrita « como dije, las personas no cambian tan rápido »,
llamó a la puerta
—adelaaantee
…
El sol ya caía por el horizonte y dos personas caminaban por las calles de Nerima a paso cansado, se
detuvieron frente a una mujer que barría el frente de la casa
—buenas tardes Kasumi
—buenas tardes Kasumi— ambas pasaron al lado de la mujer entrando a la casa, ya no con paso tan cansado, mas
bien entusiasmado
—buenas… — volteó hacia el interior de la casa con cara de sorpresa inmensa, después de unos segundos lo
cambió a uno de felicidad e inmediatamente las siguió dentro.
—¡Ahh…! ¡Como adoraría un buen baño de agua caliente!
—lo siento, el baño ya está ocupado— se fue toalla en mano
—¿ehh?
—¡otōchan!— le llamó la mayor— ¡tienes visitas!
—¡oh Tendō! Que alegría volverlo a ver— y en escasos segundos se pudo observar a dos señores abrazados
llorando como niñotes… de felicidad.
Entrada la noche ya todos se encontraban en el comedor de la casa platicando amenamente con un misterioso aire
de feliz complicidad ambientando el lugar, de repente se hizo un silencio
—oye Kasumi… ¿y Taiki? — a la mesa se acercó un apuesto joven moreno y atlético, con peculiares ropas chinas
—oh… está paseando, Ranma-kun— Kasumi no logró esconder esa gran sonrisa traviesa. Ranma desde su posición
vertical buscó en la mesa a alguna persona ausente, mas no encontró ninguna
—ahh… y ¿con quien?— para entonces todos lo veían con la misma sonrisa traviesa de Kasumi